sábado, 19 de septiembre de 2009

Quentin, Quentin...

Malditos Bastardos.
La primera película de Quentin Tarantino que he visto de principio a fin, y no a tirones.
He de decir que no es aburrida. Mucho tiro, mucha sangre, un poco sádica de más, pero entretenida, no voy a mentir.
Ahora bien, ha habido un detalle que no me ha gustado demasiado, y que me parece de una hipocresía exagerada. No soy nacionalsocialista, y desprecio lo que Hitler y sus más cercanos oficiales decidieron hacer antes y durante la Segunda Guerra Mundial, quiero que quede claro antes de que caigan calumnias e increpaciones sobre mí.
Tanto para los que han visto la película como para los que no, en la parte final de la película, se proyecta en un cine judío un film sobre un héroe de guerra alemán que, apostado en el campanario de una ciudad italiana, con abundante munición y un rifle de precisión, abate a más de 300 hombres.



Aquí, Quentin se jacta descaradamente de la publicidad alemana promovida por Goebbels, con una película de pésima calidad, absurda, sin más argumento que un soldado Nazi disparando y regimientos aliados c ayendo como moscas pero que, sin embargo, enaltece y hace explotar de patriotismo y euforia a los alemanes del nacionalsocialismo.


Señor Tarantino, ¿no se da cuenta de que se está burlando de lo mismo que hacen usted y sus compatriotas americanos? ¿Cuántas películas hemos visto, del mismo calibre, pero con la única diferencia de que en éstas los efectos especiales modernos las hacen más espectaculares y el protagonista es un pobre americano, un héroe de la nación con el que los estadounidenses se sienten identificados y bien orgullosos?
Me parece una hipocresía y una falta de criterio enorme por parte de uno de los directores más respetados del mundo del cine. Se puede ser más o menos crítico, más o menos polémico, más o menos subjetivo, pero no tan hipócrita como ha sido este hombre. A no ser que, caso poco probable, realmente esto sea una crítica a las películas americanas que incluso él ha dirigido.

Por último, sólo me queda pedir que seamos un poco más objetivos. Ni todos los alemanes fueron tan malos, ni todos los aliados tan buenos. Veamos documentales, cuantos más mejor, leamos autores que defiendan todo tipo de puntos de vista, no sólo uno, y dejémonos de películas de Hollywood que, pido disculpas por la expresión, no hacen más que echar mierda a paladas sobre la historia.
¡Un saludo a todos!